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viernes, 25 de marzo de 2011

D. Inaciu, empresario: "Nadie regala nada, afortunadamente"

(Pinche sobre el título para leer el artículo de D. Inaciu)
Me gustó su artículo del 23 de marzo "Nadie regala nada, afortunadamente" pero yo que soy un poco "de aquella manera" tengo que ponerle un pero, si usted lo permite, que imagino que si.

Cuando dice que ”La política también es un negocio. Pues claro que lo es. Afortunadamente” discrepo, porque cuando la política es un negocio, el negociante acaba creyendo que está en su empresa y ahí está el problema, que no es su empresa es la nuestra, por consiguiente, la política no debe ser un negocio, debe ser un trabajo, bien remunerado, con un empresario (si lo quiere ver Ud. bajo su prisma) que somos los votantes, no el partido, ni la oligarquía, ni su negocio particular. Por esta causa soy partidario de eliminar la Ley d’Hondt, una persona un voto y listas abiertas.

Evidentemente estoy con Ud. en que a los bancos, que venden créditos (como las zapaterías zapatos) y a los políticos (gestores de la sociedad y para ella) hay que exigirles no ya como al dependiente de la zapatería, sino más y punto; nada de agradecimientos, que más bien parecerán prebendas aún en forma de zapatos o pantalones.

Además, si mercantilizásemos las elecciones, eligiendo buenos “negociantes”, nos estaríamos yendo en política, al actual ámbito económico mundial, o sea que le facilitaríamos la tarea a la oligarquía mundial y esto acabaría siendo un planeta paraiso fiscal e infierno laboral. Creo que la política debe ser el freno a este desmán económico mundial, de ahí que no debamos mercantilizarla, sino socializarla en bien de toda la sociedad, no de una parte de ella.

sábado, 19 de marzo de 2011

Un matiz muy importante

Que EE UU no actúe unilateralmente en Libia, como lo hizo en su día ante Irak, sino como parte y dentro de las pautas de la ONU *, es el matiz que diferencia a Bush de Obama.  No actuar como "salvapatrias" aún en foto, sino como un colaborador más acatando la legalidad, es el matiz importante que marca la diferencia y el talante de Zapatero y Aznar.

* Gracias al rectificador (Ver comentarios)

martes, 15 de marzo de 2011

La competitividad en el fútbol y en la sociedad

La competitividad excesiva o mal entendida es perjudicial, aunque no lo parezca, hasta en el fútbol. Esa errónea estrategia de intentar ganar los partidos aún desde fuera de la cancha y a costa de lo que sea, me parece propia de una exacerbada actitud que deviene en, como mínimo, falta de respeto y escasa educación del actor.

Querer influir en el juego desde fuera es hacer trampa, aún sin insidiosas manifestaciones que pretendiesen modificar, en cualquier sentido, la igualdad que debe concurrir en el deporte noble y bien entendido o en la sociedad ética y laica, estado ideal de la misma y que cada quien tenga su confesión.

Ese exceso de competitividad que molesta al aficionado al deporte, perjudica seriamente la salud social y por ende de quien lo ha de sufrir en el trabajo o fútbol y en el desarrollo cotidiano de la vida, en actitudes prepotentes, abusivas, racistas, xenófobas, provinientes de aquel que tiene poder, o lo detenta.

En fin, que no es actitud apropiada para la buena educación de la ciudadanía. Aunque se admiten opiniones en contra, razonadas, eso sí.

"Cuanto mejor sería (citando a D. Pedro de Silva C-J) una cultura que separara la destreza y utilidad en un trabajo del que se vive, y la educación para volar alto en los dominios de la inteligencia y el arte" 

Frente al anclaje en la conservadora competitividad, está la maravillosa utopía, que sabiendo que es tal, hay que perseguirla denodadamente; da más fruto que ese conservadurismo, que es desear que nada cambie, normalmente porque el conservador tiene una situación que cree privilegiada frente a sus vecinos, de ahí que tema al cambio natural.

El asunto se complica si su conservadurismo se radicaliza, por ejemplo en forma de, persona que crea que el capitalismo es el régimen económico ideal, se pase al neoliberalismo más radical o al competitivismo "amourinhado", futbolísticamente hablando. Se puede ser conservador pero no institucionalizarse en él ni radicalizarse.

De todas formas el peligro está, cuando se apoyan flamígeros libelos que torticeramente editados, atacan la línea de flotación de las instituciones (futbolísticas o estatales) y sociedad (en general o futbolística), utilizando a los descontentos y correligionarios de forma sibilina, en beneficio de políticas (de equipo o de partido político) y nunca en bien del público en general, sino en una parte de él.

miércoles, 2 de marzo de 2011

¿No nos ayudan?

Harto estoy de hartarme de los mensajes salvadores de la derecha que nunca dicen nada. En plena crisis no se les oye ni una idea, ni un plan, niguna estrategia. ¡Ah! pero ello es debido a que si lo copia el PSOE no ganarán las elecciones ¿no? Y por tanto nos dejan en este abismo sin ayuda ¡Cabrones!